Chapter 40: 40) Entrevista de Rosita
Durante la noche, en cierta casa, Rosita estaba de pie contra la pared, sosteniendo el teléfono mientras esperaba que atendieran la llamada. Ya era tarde y Norman aún no había llegado. Sabía que sería otra noche sin su esposo, pero eso solo la incentivó aún más a hacer esto. Su esposo no la apoyaba en cuanto a trabajar, tal como lo había demostrado esa mañana, por lo que pensó que quizás podían intentar esto. Si fallaba, nadie tenía que enterarse; si lo lograba, podría convencer a su marido.
Rosita: "¿Hola? Sí, ¿con el servicio de niñeras?" —preguntó en cuanto atendieron la llamada.
???: "Sí, ¿en qué puedo ayudarla?"
Rosita: "Quisiera saber un poco más sobre sus servicios."
...
A la mañana siguiente, las cosas transcurrieron como de costumbre, pero Rosita estaba mucho más alegre de lo normal, o al menos más que en los últimos días. Norman había vuelto bastante tarde en la noche, oliendo a alcohol y con restos de confeti en la ropa, murmurando algo sobre que su jefe le había dado el préstamo que quería. Lo decía con orgullo, aunque seguía tambaleándose por la ebriedad. Rosita estaba feliz por su esposo, aunque no por su estado ni por la hora a la que regresó. Aun así, no desistiría de sus ideas.
Estaba satisfecha porque el servicio de niñeras aceptó cuidar de sus hijos. Ni siquiera se sorprendieron ni la rechazaron al saber que tenía veinticinco hijos, algo que en otras ocasiones había hecho imposible encontrar a alguien que la ayudara. Aunque su marido "consiguió" ese préstamo, lo cual le generaba dudas, pues en su estado no sabía cuán cierta podía ser esa afirmación, decidió seguir con su plan. Un préstamo solo sería un alivio temporal, pero el problema seguiría allí.
Atendió a sus hijos como cada mañana, mientras su marido seguía durmiendo y, con la resaca que debía tener, difícilmente se despertaría pronto. Una vez despidó a sus pequeños, se acercó de puntillas a su esposo, le besó la frente y se despidió en silencio. Luego, salió de la casa, subió a su auto y comenzó a conducir hacia la zona rica de la ciudad.Sus manos sudaban un poco por los nervios, pero aun así, había determinación en sus ojos. Si todo salía bien, conseguiría un trabajo bien remunerado, una niñera cuidaría de sus hijos mientras ella estuviera fuera y su esposo no tendría que trabajar tanto. Poco a poco su situación mejoraría... aunque eso no hacía que se sintiera menos tensa. Lo peor que podía pasar era que la rechazaran y no consiguiera el empleo, pero aun así, la presión era grande para la cerdita.
Le tomó unos minutos encontrar el camino correcto, pero finalmente llegó a su destino. Sus ojos se abrieron de par en par al ver la interminable fila de mujeres frente al lugar. No pensó que este puesto de trabajo fuera tan codiciado como para atraer a tanta gente. Había animales de todas las razas, tamaños y edades; incluso creyó ver a algunas niñas vestidas y maquilladas para parecer adultas.
Con dificultad logró encontrar un lugar para estacionar su auto, pero aun así tuvo que caminar un buen trecho antes de ubicarse en la fila. Mirando la larga cola, ni siquiera estaba segura de poder llegar a su entrevista hoy, mucho menos antes del almuerzo, como había planeado. Esto la desanimó, pero ya que había llegado hasta aquí, decidió aferrarse a la posibilidad. Si en una hora y media, que era el tiempo que podía permitirse perder sin repercusiones en su día, aún seguía en la fila, entonces se iría.
El tiempo pasó lentamente. Veinte minutos y Rosita ya no estaba tan segura de esto. La fila avanzaba rápido, pero no lo suficiente. Las mujeres hablaban entre sí, y lo que escuchaba no era alentador. Comentaban que los humanos eran seres muy lujuriosos, y cada una se jactaba de sus "habilidades especiales": algunas decían ser expertas sirvientas, profesionales con incontables maestrías, otras aseguraban dar los mejores favores sexuales, algunas podían lactar, otras afirmaban ser vírgenes, algunas tenían hermanas gemelas... Nada de esto ayudaba a Rosita en lo más mínimo. Primero, se sentía cada vez menos calificada; segundo, no esperaba que este trabajo requiriera algún tipo de relación íntima con su empleador. Ella era una mujer felizmente casada y, a pesar de su difícil situación, no podía engañar a su marido.
???: "... y... tú!"
Rosita: "¿Qué?" —preguntó, saliendo de su estupor al notar que alguien la señalaba.
Al levantar la vista, vio que quien hablaba era una garza vestida con un impecable traje de mayordomo.
???: "Tú también."
Rosita: "¿Yo también qué?"
???: "Estás aquí para la entrevista de trabajo, ¿verdad?" —preguntó la garza con tono monótono.
Rosita: "S-sí..." —respondía ya no tan segura.
???: "Entonces, sígueme."
Rosita: "¿Pero la fila...?" —murmuró, notando que todas las mujeres la miraban con envidia.
???: "Con esta fila puedes llegar a ser entrevistada por el personal de la mansión... pero hoy, particularmente, el maestro decidió colaborar entrevistando él mismo a algunas personas al azar." —Señaló hacia atrás.
Rosita miró detrás de la garza y vio a algunas otras mujeres que también la seguían, emocionadas como ninguna.
???: "Sígueme para que el maestro pueda realizar su entrevista."
Rosita dudó por un momento, pero siguió a la garza. Luego de lo que había escuchado, no confiaba en conseguir el trabajo ni en quererlo, pero justo fue seleccionada entre tantas personas para evitar la fila y ser entrevistada personalmente por el humano. Parecía casi el destino. Tal vez lo que escuchó eran solo rumores sin fundamento. Si resultaba que el trabajo implicaba algo más... bueno, podría rechazarlo. No perdía nada con intentarlo.
Rosita siguió a la garza y a las demás chicas hasta la mansión, que resultaba aún más imponente vista de cerca. La construcción tenía una elegancia majestuosa, con grandes ventanales y columnas decoradas con intrincados detalles. Al cruzar la entrada principal, pasaron junto a la larga fila de aspirantes, recibiendo miradas envidiosas de muchas mujeres que observaban con recelo cómo ellas entraban sin necesidad de esperar.Una vez dentro, fueron guiadas por los pasillos hasta llegar ante una gran puerta de madera ornamentada. Las chicas fueron invitadas a tomar asiento en un largo banco dispuesto a los lados de la entrada, esperando su turno para ser llamadas. Rosita observó a su alrededor, notando cómo algunas de las candidatas aprovechaban el tiempo para arreglarse lo mejor posible: algunas se retocaban el maquillaje, otras se acomodaban la ropa para resaltar su figura y unas cuantas incluso estimulaban sutilmente sus propios pezones para endurecerlos. Una de ellas, en particular, llamó la atención de Rosita al revisar el contenido de su bolso. Con una rápida mirada, pudo notar que estaba repleto de juguetes sexuales. La cerdita palideció ante la revelación, sintiendo que su decisión de presentarse allí se tambaleaba. Pero antes de que pudiera reaccionar, la garza abrió la gran puerta e invitó a una de las chicas a pasar.Ver a alguien cruzar al otro lado hizo que la inquietud de Rosita aumentara. Con temor de abandonar el lugar y perderse en la inmensa mansión, decidió buscar respuestas. Miró a la persona sentada a su lado, una elefante joven de aspecto refinado.
Rosita: "Disculpa... quisiera saber, ¿es cierto que la naturaleza de este trabajo es... sexual?" —preguntó, ruborizándose levemente.
Elefante: "No lo sé." —respondió con indiferencia mientras seguía mirándose en un pequeño espejo de bolsillo.
Rosita: "¿No?" —preguntó sorprendida—. "Pero todas aquí parecen..."
Elefante: "¿Y si lo fuera? No todas tienen habilidades como sirvientas, pero confían en que su belleza podría asegurarles un lugar. No creo que ninguna mujer desaproveche la oportunidad de estar con un ZooBlack... Es prácticamente ganar la lotería. Si logras colgarte de la polla de un humano, tu futuro está asegurado." —Comentó con una sonrisa de suficiencia—. "De hecho, mi prima estuvo aquí ayer."
Rosita: "¿Y...?" —inquirió con intriga.
Elefante: "Según ella, el trabajo es realmente como sirvienta. Al menos en su caso, no hubo insinuaciones sexuales claras durante la entrevista. Pero bueno, si el sexo es una manera de entrar, ¿por qué no aprovecharlo?"
Rosita quedó atrapada en sus pensamientos tras escuchar eso. Por lo menos, hasta ahora, el empleo parecía ser genuino y no implicaba necesariamente vender su cuerpo. Esa información la tranquilizó un poco, aunque la actitud de las demás mujeres seguía inquietándola.
Poco después, varias candidatas fueron llamadas una a una, hasta que finalmente llegó su turno. Rosita sintió un nudo en el estómago, apretó su bolso con nerviosismo y entró tras la garza a través de la gran puerta.
El interior era un elegante salón con varios sillones de alta calidad y una mesa pequeña con café, té y una variedad de bocadillos. Pero lo que más captó su atención fue la figura sentada al otro lado de la mesa.
Ante ella, cómodamente acomodado en un sillón, estaba un humano.
Rosita lo observó con detenimiento. Era alto, al menos en comparación con ella, y su porte era imponente. Su cabello castaño estaba bien cuidado, su barba era corta y ordenada, y sus ojos azules la analizaban con una calma absoluta. Su piel clara tenía un tono saludable, sin imperfecciones visibles. Vestía ropa casual, pero aun así, su presencia emanaba autoridad. Quizás no era su vestimenta, sino la confianza natural que desprendía.
Humano: "Pase, siéntese." —indicó con voz firme pero cordial—. "¿Té? ¿Café? ¿Algo para comer?"
Rosita: "No, estoy bien..." —respondió con un hilo de voz mientras se sentaba en el sillón que le ofrecieron, justo frente a él, separada solo por la mesa de bocadillos.
Ella no creía que fuera cortés comer, pero los nervios del momento la hacían querer llevarse algo a la boca de forma compulsiva. Así, se instaló un silencio incómodo mientras Riuz la observaba, y Rosita, perdida en sus pensamientos, apenas podía sostener su mirada.
Rosita: "¡Oh! Lo siento, tome, aquí está mi currículum." —Dijo, sacando unos papeles de su bolso con desesperación.
Riuz: "Tranquila, no los necesito. Prefiero que usted me cuente de lo que es capaz en lugar de leerlo." Respondió con calma.
Rosita: "Oh, bueno, si usted lo dice... ¿Debería empezar ahora?" —Preguntó dudosa.
Riuz: "Si puede hacerme el honor."
Rosita: "Bien, yo... ¡Oh, Dios! Olvidé presentarme, lo siento. Soy Rosita y..." —Comenzó a perder el control. Normalmente, era una persona centrada, pero frente a aquella figura imponente, cuya presencia parecía oprimirla, todo lo que pensaba se desmoronaba.
Riuz: "Cálmese, señorita Rosita. Nadie la atacará ni le pasará nada malo. Tome una taza de té y, luego, puede volver a empezar." —Dijo serenamente, mientras servía una taza para la cerdita.
Rosita: "G-gracias..."
Rosita tomó la taza y bebió lentamente con las manos temblorosas, pero ese nerviosismo fue desvaneciéndose poco a poco con cada sorbo de aquel té, que le pareció el más delicioso que había probado en su vida. No entendía por qué estaba tan nerviosa; en teoría, estaba preparada para fallar, pero en ese momento, sus emociones eran un completo caos. Por suerte, el humano frente a ella parecía tener paciencia y comprensión, lo que la tranquilizaba.
Riuz: "Ahora, ¿quiere empezar de nuevo?"
Rosita: "Sí, bueno... Yo soy Rosita." —Dijo, aún con algo de tensión, pero mucho más calmada que antes.— "Ama de casa a tiempo completo, con estudios universitarios en ingeniería. Me gradué en..."
Ahora, con más confianza tras haber logrado decir esa oración sin demasiados errores, empezó a exponer su presentación con mayor fluidez.
Riuz asintió lentamente mientras bebía su café, escuchando con interés sobre el excelente nivel educativo de la cerdita y su dedicación a la familia, hasta el punto de haber dejado un prometedor futuro laboral por ella.
Riuz: "Entonces, solo tu marido trabaja y tú te quedas con tus hijos... numerosos hijos..."
Rosita: "Sí, Perry, Carla, Gail, Nelson, Tess..." —Ahora que había ganado confianza y se sentía cómoda con el humano, comenzó a hablar de más, enumerando a sus hijos uno por uno.
Riuz: "Esos... son muchos hijos." —Dijo con los ojos abiertos, imaginando la escena de una familia tan numerosa.— "Y eso que mi familia siempre fue grande... Quizás solo el primer Riuz tuvo tantos hijos al mismo tiempo, pero aun así... Wow, mis respetos, señora. Es usted digna de admiración." —Dijo, quitándose un sombrero imaginario.
Rosita se sonrojó ante el gesto, y entonces se dio cuenta de que la persona frente a ella no era un amigo cualquiera, sino su posible empleador. Tal vez había hablado demasiado.
Riuz: "Pero con una familia así, y por lo que dice, satisfecha con la vida que llevaba... ¿por qué quiere este trabajo? Digo, parece que adora a sus hijos y estar aquí le quitaría tiempo con ellos."
Rosita: "Yo..." —Su entusiasmo anterior desapareció de inmediato, y sus orejas cayeron levemente.— "La verdad... nuestra familia está pasando por problemas financieros, y creí que este trabajo podría ser un alivio para nosotros."
Riuz: "Entiendo... Bueno, felicidades, está contratada."
Rosita: "¡¿Qué?!" —Se sobresaltó.
Riuz: "Que está contratada."
Rosita: "Pero... ¿por qué?" —Preguntó sorprendida.
Mientras hablaba, había notado que no era la más calificada para el puesto. Considerando a todas esas mujeres dispuestas a cualquier cosa para entrar, además debía haber muchas más con experiencia y estudios específicos para ello. Sin embargo, se había sentido extrañamente bien al compartir su vida y situación con un oyente tan atento como el humano que tenía frente a ella.
Rosita: "No es que quiera cuestionar su decisión, pero yo... no me creo tan calificada como para el puesto. Seguramente hay..."
Riuz: "No necesito que seas la más calificada para elegirte entre las demás." —Negó, interrumpiéndola.— "Y no te subestimes, realmente creo que estás muy capacitada para esto. De verdad lo estás."
Rosita: "Pero, además de cuidar mi casa, no he hecho otro tipo de trabajo. Solo he cuidado el hogar..."
Riuz: "Precisamente por eso." —Respondió, haciendo que la cerdita lo mirara con confusión.— "Rosita, si tengo que elegir a alguien que me ayude, me sirva y atienda mis necesidades, no hay mejor opción que una madre. Y mucho más si es tan dedicada y experta como usted. Alguien capaz de mantener una casa con 25 hijos y seguir tan fuerte como usted... merece este trabajo por encima de cualquiera."
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